DEL EVANGELIO DEL DÍA
(...) Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis «el Maestro» y «el Señor», y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis».
Juan 13, 1-15
(...) Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis «el Maestro» y «el Señor», y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis».
Juan 13, 1-15
Lavado de los pies
Es un gesto de exquisita hospitalidad.
Tras el beso y saludo de paz, el anfitrión ordena a un sirviente que provea de lo necesario para que el huésped se lave los pies. El siervo ayuda al huésped a lavarse los pies. Se solía utilizar una jofaina de cobre; en su defecto una palangana de cerámica. El sirviente desataba la sandalia, vertía agua, frotaba con las manos los pies y luego los secaba con una toalla. Era impensable que el anfitrión o maestro lavara los pies. Jesús asume la tarea del esclavo.
(JJ Gómez Palacios, Tiempo Interior Abril 2012 - SDB Valencia)
(JJ Gómez Palacios, Tiempo Interior Abril 2012 - SDB Valencia)
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