Con este antiguo gesto se inicia el tiempo litúrgico de la Cuaresma. Un gesto que nos ayuda a recordar que hay pocas cosas realmente imprescindibles para vivir.
Vaciarnos de todo lo superfluo (AYUNO), compartiendo lo que somos y tenemos con los demás (LIMOSNA), dejando espacio en nuestro corazón al Señor (ORACIÓN).
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